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![]() . Casas Encantadas |
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Por Bruno Cardeñosa ( Nuestro Agradecimiento a Mundo Misterioso por los ártículos) "Yo no sabía nada de la habitación, pero lo cierto es que una noche que me tocó sentí la opresión de otra presencia.
La sentía continuamente en la ventana, intentando abrirla como si no pudiera hacerlo. No me podía quedar dormida porque me
parecía cuando estaba en duermevela que alguien se inclinaba sobre mí. Pensé que eran mis nervios y una mala pasada de mi
imaginación, pero resulta que al comentárselo a una compañera, ésta me dijo inmediatamente: 'has estado en las 5l0. Allí
sucede algo. No eres la única a la que le ha pasado' ". Esto es lo que contaba una de las azafatas de la compañía Aviaco que diariamente se alojan en el mítico hotel Corona
de Aragón, hoy Melia Corona. Aseguran que la habitación 5l0 está encantada. Muchas no han sido capaces de pasar
la noche allí, en medio de terroríficas voces y llantos de ultratumba. En este hotel, como muchos lectores recordaran, fallecieron
79 personas en 1981 como consecuencia de un pavoroso incendio. Quién sabe, pero quizá los inquilinos de las 510 no pudieron
salir del "coloso en llamas" y perecieron calcinados. Quince años después, sus espectros siguen morando en la habitación,
buscando abrir las ventanas que aquel trágico día parecían selladas por el fuego abrasador, convirtiendo aquella y otras habitaciones
en crematorios para vivos. Fascinante misteriso Tampoco es cierto el mito que asocia a las casas encantadas con el siglo XIX. Cientos de años atrás, Plinio el Joven,
en su Libro VII (Carta 27) habla de una casa muy barata comprada por el filósofo Atenodoro. Durante su primera
noche oyó un ruido persistente, muy similar al de unas cadenas arrastrándose por el suelo. También presenció curiosos fenómenos
ópticos y comprendió por qué su anterior inquilino, aludiendo a "misteriosos acontecimientos", se había desembarazado tan
rápidamente de la vivienda. Otros textos clásicos hablan del encantamiento del templo de Minerva, en donde por las
noches se oían quejidos que algunos asociaban a la muerte por emparedamiento del un general lacedemonio, Pausanias.
Ya entonces Platón alegó en pro de la supervivencia tras la muerte. "A veces, almas errantes -escribió- encantan
tumbas y monumentos, donde a veces son vistos tales fantasmas". 2.500 años después, el desaparecido investigador Scott Rogo, baluarte de la moderna parapsicología, afirmó que "un
lugar encantado puede definirse como cualquier edificio habitado en el que se producen sin cesar brotes de fenómenos psíquicos,
es decir, apariciones, ruidos, movimiento físico de objetos, voces, corrientes de aire, incluso sensaciones subjetivas extrañas.
Por regla general, a lo largo del tiempo, estos efectos serán observados por más de un ocupante o visitante de la casa". Ahora bien, cabría diferenciar lo que es una "casa encantada" de un poltergeist. Según el investigador brasileño André
Perciá, la principal diferencia entre uno y otro fenómeno estriba en que los poltergeist parecen estar ligados a un agente
o "foco" determinado tras una investigación, mientras que los fenómenos acaecidos en una "casa encantada" se producen independientemente
de los sujetos que la habitan. En este mismo sentido, autores de la obra Poltergeist (Londres, 1979), añadían una serie
de diferencias más: mientras los poltergeist no suelen sobrepasar el año de duración y son fundamentalmente diurnos, la fenomenología
asociada a las "casas encantadas", que incluiría además apariciones fantasmales, dura más de un año y es eminente nocturna. Rogo investigó decenas de casos de "encantamientos" e incluso llegó a vivir en una casa encantada entre 1972 y1974. En
una de sus obras, An experience of Phantoms, narra los acontecimientos que le tocó vivir en aquella pequeña vivienda
californiana de Canoga Park. Los hechos comenzaron el l6 de abril de 1972, en ausencia del prestigioso investigador, cuando
su compañero de piso, Carlos Romero, se encontraba escuchando música en la cama. De pronto, la puerta de madera de
su habitación se abrió y oyó como unas invisibles pisadas avanzaban con paso firme sobre el parqué de la vivienda. Durante
los siguientes días, la cama de Rogo sufrió violentas sacudidas. Fue el comienzo de una laga serie de fenómenos: música de
cuerdas de violín tocadas al azar en medio de la noche, voces desconocidas, desaparición misteriosa de objetos y ruidos sordos
procedentes de ningún sitio. Descubrieron que, tiempo atrás, la casa había estado habitada por un ministro protestante que
convirtió el estudio de la en una capilla destinada a la celebración de bodas. Rogo, ante este precedente, se preguntó: "¿Percibíamos
nosotros las huellas de las intensas emociones vinculadas a la capilla?" Las primeras investigaciones Los fenómenos se había iniciado en 1882, cuando la joven L. Morris se traslada a vivir al lugar. Eran sucesos casi
infantiles: varias veces al día alguien parecía llamar a la puerta de su casa; cuando abría, no había nadie tras el umbral.
Tras tres años todo se complicó: desconectada la campanilla de la puerta, esta seguía sonando, asustando y erizando el vello
de la joven y sus sirvientes. Tras las apariciones de una mujer con "cara triste y pálida", la señorita Morris abandonó
la encantada vivienda. Un año después fue alquilada por una mujer viuda y sus dos hijos. Los nuevos inquilinos se vieron obligados
a convivir con lamentos, sollozos, golpes de incierto origen y una voz que -en una ocasión- dijo:"¡Por favor, perdóname!".
Seis meses después, la señora Gilby abandonaba la casa, no sin antes haber vuelto a ver el espectro de la "mujer pálida". El momento fue aprovechado por la SPR y, uno de sus destacados miembros, G. A. Smith, se mudó al lugar junto a su
esposa. Durante los trece meses de estancia, el timbre de la puerta siguió sonando sin causa y una serie de ruidos sordos
"similares a martillazos" rompía a diario la escasa monotonía de los Smith, que religiosamente anotaban en su diario los fenómenos.
El más desconcertante de ellos ocurrió la noche del 15 de diciembre, cuando la guitarra que colgaba de la habitación del investigador
emitió tres notas musicales sin que nadie la tocara. "¿Has oído eso?", preguntó la esposa de Smith. No hubo tiempo
para la respuesta, pues casi instantáneamente la guitarra volvió a sonar, repitiendo en dos ocasiones las tres mismas notas.
Más de 100 miembros de la Sociedad pasaron por allí, dando fe de los enigmáticos sucesos. Por aquel entonces, otra presunta "casa encantada" de Tyneside, al norte del país, había interesado a los estudiosos británicos.
La familia Procter, que habitaba la residencia, adyacente a la fábrica de harina de Willington Mill House, comenzó
a asistir a los desconcertantes fenómenos desde el otoño de 1834, cuando su tranquilidad se truncó como consecuencia de silbidos,
pasos y relojes que sonaban sin causa aparente. Las camas llegaron a levitar; los objetos se movían de su sitio; un blanco
rostro apareció en la barandilla de la escalera y el espectro de una mujer ataviada de blanco -y transparente como la niebla-
se asomaba a una ventana de la casa. Los Procter la abandonaron trece años después, hartos y atemorizados. Los siguientes
inquilinos, según las investigaciones de la SPR, también asistieron impotentes a los fenómenos. La casa fue finalmente demolida
en 1890. Sus ruinas enterraron el misterio, pero también la explicación a los desconcertantes fenómenos. La casa más encantada de Inglaterra 1863: el reverendo Henry Bull finaliza la construcción de la rectoría de Borley,
en el británico condado de Essex. La recién estrenada mansión victoriana iba a convertirse, sin que siquiera pudiera imaginarse,
en una "puerta al misterio". Sus primeros inquilinos comenzaron a relatar como el "espectro" de una monja se paseaba por los
jardines hacia un cenador octogonal. En el interior del edificio de ladrillo, los pastores denunciaron apariciones de una
"dama de blanco" y un "hombre descabezado". Ruidos de coches inexistentes, pasos arrastrándose por el suelo
de madera y fuertes golpes completaban el círculo fenomenológico. El influjo del lugar aumentó tras el fallecimiento del reverendo
Bull, cuyo espectro se aparecía en repetidas ocasiones, vistiendo la misma chaqueta gris que portaba al morir. 1930: la casa es ocupada por otro reverendo, Lionel Foyster, y su mujer Marianne.
Precisamente a nombre de esta joven iban dirigidas una serie de notas escritas por una entidad desconocida pidiendo ayuda
para llevar paz a su espíritu. Era Marianne, precisamente, la más afectada por los fenómenos. Una noche, la presencia invisible
la tiró de su cama, la abofeteó y apunto estuvo de perecer asfixiada contra el colchón... Foyster comprendió muy pronto por
qué Guy Smith, el anterior inquilino, había durado un sólo año en el edificio, acosado por los misteriosos fenómenos.
Harry Bull, hijo del fundador de la rectoría, ya había sido testigo, hasta su muerte en 1927, de innumerables fenómenos
misteriosos. Hasta un total de 2.000 sucesos extraños habían sido registrados allí, según la recopilación realizada por los
investigadores. 1935: La rectoría quedó nuevamente vacía. Price, que venía investigando los sucesos desde
hacía seis años, aprovechó la coyuntura y se mudó allí formando un equipo de 48 colaboradores que -día y noche- investigaron
el lugar. Las notas -los misteriosos escritos que parecían formar un puzzle poco a poco- comenzaron a tomar más sentido. A
través de ellos y de una sesiones de oui-ja conducidas por Price, se manifestó una mujer identificada como Marie Lairre,
que aseguró haber sido estrangulada en la bodega de la casa por Henry Waldegrave, su marido. En una de las sesiones Marie
Lairre hizo una predicción catastrófica: la rectoría iba a arder... Medianoche del 27 de febrero de 1939: El capitán W. H. Gregson ocupaba entonces la rectoría, después del tiempo
en que la habitó Price. Mientras desembalaba libros una lámpara de aceite, si que nadie la tocara, cayó. El furibundo fuego
se extendió veloz, quedando sólo en pie la fachada de ladrillo del edificio, como mudo testigo de un encantamiento sin explicación.
En 1970, el investigador Ronald R. Rusell y un equipo del Grupo de Investigaciones Parapsíquicas, inició una sofisticada
investigación en el lugar, especialmente en la iglesia de Borley, cercana a las ruinas. Descubrieron que seguían produciéndose
fenómenos extraños como ruidos, golpes y apariciones en torno al misterioso altar de la iglesia. Y una última nota: durante
unas excavaciones en 1943 en el subsuelo de la derruida bodega aparecieron restos fósiles de un cadáver. El cráneo fue examinado
por forenses, concluyendo que pertenecían a una mujer joven, de unos treinta años. Las lesionen denotaban una muerte violenta...
Impregnación psíquica Hans Bender, parapsicólogo alemán de enorme prestigio, formuló su hipótesis tras la investigación de un lugar encantado
en Alemania, el castillo de Wildenstein. Los fenómenos misteriosos ocurridos en dicho castillo eran de lo más diverso: música
que surgía de las paredes, estruendos en el vacío, apariciones de figuras evanescentes, llantos infantiles... El castillo,
a lo largo de generaciones, había sido escenario de eventos emocionalmente intensos. Bender, entonces, afirmó que "debemos
suponer que algún suceso o acción que provoca fuertes emociones en las personas implicadas, crea una atmósfera vinculada al
propilo lugar e independiente de la gente, que origina fenómenos paranormales o favorece su desarrollo". Los investigadores creen, además, que la esencia que provoca los fenómenos puede estar ligada a las personas que los presencian,
cuando éstas parecen estar dotadas de una especial sensibilidad. Milian Ryzl, bioquímico checo, aseguró que "en
el caso de fantasmas ligados a cierto lugar, las personas sensitivas pueden seguir viendo en realidad a los participantes
en una escena ocurrida en aquellos sitios donde ocurrieron sucesos cargados emocionalmente de contenido dramático. Estas apariciones
serían producto de las huellas psíquicas ligadas a ese lugar". Así pues, hechos trascendentales podrían quedar "impresos" en lo que el filósofo de Oxford H.H. Price describió
como un éter psíquico al que la sensibilidad de ciertos individuos podría acceder. Jaume Bordas, investigador catalán
especializado en casas encantadas y poltergeist, ilustra este hipótesis con una metáfora: "Es como un mechero de gas. Para
que funcione, hace falta el gas, pero también la piedra que produzca la chispa que lo encienda. Y la piedra son las personas
muy sensibles". Pero la duda, ahora, es la siguiente: ¿Captan las personas sensibles mediante retrocognición los hechos
ocurridos como si se tratara del un film o la "presencias invisibles" tienen vida propia, requiriendo de la persona sensible
para dejarse notar? Los espiritistas y ocultistas aseguran que en dichos lugares, amén de las fuertes vivencias acecidas, siguen morando las
almas de quienes vivieron, sufrieron o fallecieron allí. Hans Holzer, investigador norteamericano, llama "duendes"
-cuyo significado etimológico dista mucho del que se le atribuye- a esas presencias. Tras sus investigaciones afirmó que "un
duende es el recuerdo emocional superviviente de una persona que ha fallecido trágicamente y que no logra liberarse del trastorno
emocional que le ata al lugar de su óbito. Un duende, un fantasma, no suele saber que ha fallecido. No está enterado del paso
del tiempo ni de la gente que le rodea, o lo sabe de una manera confusa. Al revivir su agonía final una y otra vez, un fantasma
de esa clase se asemeja a la persona psicopática que vive fuera de la realidad o es incapaz de librarse de su estado. Sólo
cuando se establece contacto con el a través de un médium en trance, dirigido por un investigador competente, existen posibilidades
de que el infeliz duende pase a lo que el doctor Rhine ha llamado "el mundo de la mente, el mundo no físico al que
todos vamos cuando la muerte es normal". Lugar y testigo son, pues, los parámetros fundamentales en los casos de encantamientos. A veces, la compenetración entre
la presencia invisible del lugar y el sujeto es tan grande que el segundo parámetro acaba "poseído" por el primero. Quizá
muchos lectores recuerden las escenas de la película El Ente, en la cual una mujer se convulsionaba por una fuerza
que la poseía tras unos hechos vividos en su domicilio. Pero tal y como se advierte en los créditos de la producción norteamericana,
los sucesos correspondían a un hecho real, investigado en 1977 por la Universidad de California (UCLA). La víctima, Carla
Moran, vivió en su domicilio de San Diego una serie de fenómenos típicos de "casa encantada", que se centraban en su entorno
físico. Howard Lond, psiquiatra de dicha universidad condujo al laboratorio de UCLA a la víctima. Allí, la presencia que
se manifestaba en su domicilio y que se apoderó de su cuerpo físico, la zarandeó e incluso una silueta espectral fue fotografiada
cerca de ella. Tras los ataques, tres científicos examinaron el cuerpo de Carla descubriendo el pecho arañado y partes de
su cuerpo contusionadas. A veces, la casa en sí, como soporte físico, es la que ejerce el influjo negativo sobre sus huéspedes.
Andrew Green, en su obra Nuestro Reino Encantado, informa acerca de una casa Ealing. Allí, desde finales del
siglo pasado se han suicidado, por los más diferentes motivos, un total de 20 personas, como si el lugar invitara a sus inquilinos
a poner trágico fin a sus existencias. Todo comenzó en 1886 cuando la joven Ann Hinchfield saltó al vacío desde una
torre de la vivienda a diez metros de altura, quitándose la vida. Su espectro, aseguraban los inquilinos, se dejaba notar
en diferentes ocasiones y fue fotografiado por un joven de 12 años en 1944 asomado a una de las ventanas del inmueble cuando
éste se encontraba vacío. Animales domésticos en escena Los animales -y no es este un tópico al uso- parecen especialmente dotados para percibir a las aquí denominadas "presencias
invisibles". Grahan Watkins, investigador de la Fundación de Investigaciones Psíquicas, decidió hacer un pequeño experimento
mientras investigaba una casa encantada en Kentucky, introduciendo en la habitación donde se centraban los fenómenos un perro,
un gato, una rata y una serpiente: "Cuando se consiguió que dos o tres patas del perro entraran en la habitación, el animal se puso a gruñir y se echó
hacia atrás. Ningún tipo de caricias consiguió impedir que se debatiera para salir y que rehusara en entrar de nuevo. El gato
penetró en la habitación en brazos de su dueño. Cuando hubo avanzado, saltó al hombro de su amo, husmeó y se lanzó al suelo,
orientándose a una silla vacía en un rincón de la habitación. Pasó varios minutos maullando, bufando y mirando con fijeza
a la silla, hasta que se lo llevaron. Luego se introdujo una rata de laboratorio, dedicándose a dar vueltas sin mostrar señal
alguna de alteración... Por último se colocó la serpiente en el centro de la habitación en su pequeño terrario de frío. En
seguida adoptó una posición de ataque, enfrentándose a la misma silla que atrajo la atención del gato. Un par de minutos después,
desvió lentamente la cabeza hacia la ventana, se detuvo, se balanceó hacia atrás y, al cabo de cinco minutos, volvió a adoptar
la posición de alerta. Al llevarlos a otra habitación no relacionada con la tragedia pasada, ninguno de los cuatro animales
tuvo una respuesta perceptible". Ciudades encantadas Todo le estaba saliendo mal, y el público que había asistía impertérrito, no había reído ni una sola de las gracias de
la actriz estadounidense, hasta que Betty sintió dos fuertes manos sobre sus hombros empujándole hacia las candilejas. Las
manos invisibles corrigieron su postura y guiada por ellas prosiguió su papel, despertando sonrisas y aplausos del respetable.
Para el crítico W. J. MacQueen Pope, vinculado hasta su muerte al Dury Lane, aquella auxiliadora presencia correspondía
al difunto Joe Grimaldi, celebrado payaso que hizo las delicias del público del teatro en la primera mitad del siglo
XIX. Sin embargo, el encantamiento del teatro se asocia a su aparecido más ilustre, el llamado "Hombre de Gris", cuya
identidad fue asociada al esqueleto de una persona que apareció dentro de uno de los muros del teatro, justo en el mismo lugar
en donde los testigos aseguraban ver salir al errante. ¿Correspondía el cuerpo a una de las víctimas del malvado ex-administrador
del teatro Christopher Rick? Pierre L'Efant construyó una ciudad urbanísticamente perfecta con el objetivo de ser la capital de nación más importante
del mundo. La majestuosidad de Washington es contradictoria: ciudad luminosa, armónica pero a la vez misteriosa, teñida de
enigma y arcanos. El emblemático Capitolio preside un elenco de casas encantadas. Sus dos espectros más observados son los
de los Joseph G. Cannon y Champ Clark. En diversas ocasiones guardias de seguridad escucharon ruidos de martillazos
en el estrado presidencial, y en una de ellas, tras los ruidos, los guardias vieron en actitud de enfrentamiento a ambos.
En vida, curiosamente, sus afrentas fueron continuas. Otros famosos aparecidos son los de los ex-presidentes Quincy Adams o James Garfield. Otro de los edificios
emblemáticos, la Casa Blanca, también parece ser el escenario de un "encantamiento". La risa fuerte y gutural procedente del
Dormitorio de la Reina dicen que es muy similar a la de Andrew Jackson. Lilian Rogers, una sirvienta
que trabajó treinta años en la casa presidencial, vivió en esa misma habitación un extraño suceso durante el mandato de Eisenhower.
"Tenía la fuerte sensación de una presencia cercana que me inundaba de frío. Salí de aquella habitación y no terminé la
colcha que estaba arreglando hasta tres años después", afirmó la señora Rogers. Los mismos trabajadores de la Casa Blanca
también han oído en ocasiones el sonido de un violín, precisamente la afición que cultivó otro presidente, Thomas Jefferson.
The Octogon House, Halcyon House o Lafayette Square son algunos otros emblemáticos edificios encantados de la capital norteamericana. Otras grandes capitales, como es el caso de Madrid, no se quedan atrás. La prensa de medio mundo se hizo eco, en la primavera
de 1990 de los fenómenos que acaecían en el Palacio de Linares, en plena Plaza de Cibeles. Investigadores y periodistas pudieron
comprobar por sí mismos la autenticidad de las "sombras", "psicofonías" y "misteriosos sonidos" que en medio de la noche convertían
al palacio -hoy Casa de América- en un lugar tétrico, y sin duda encantado, a pesar de que el fraude también tomó cuerpo al
amparo de los sucesos. La principal divulgadora de los suceso no sólo se conformó con divulgar presuntas psicofonías obtenida en el Palacio, sino
que fue procesada por haber librado un cheque sin fondos. Algunos "cazafantasmas", desgraciadamente, campan a sus anchas impunemente
tras este tipo de sucesos. Famosas son también los sucesos de la "Casa de las siete chimeneas" -en donde se han oído
gemido y dice haberse visto pasear el espectro de "una bella mujer vestida de blanco"- o "la casa del duende" en la
calle Conde Duque, en donde se oyen fuertes golpes y se desprenden cuadros. El caso del "duende" de Zaragoza Al cabo de unas semanas, los habitantes del pido tuvieron que ceder ante los rumores y en una histórica escueta nota de
prensa, El Noticiero de Zaragoza, en su edición del 22 de noviembre dio a conocer el suceso. Pocas horas después, cientos
de vecinos se agolpaban ya a las puertas del edificio. Días después, la prensa de medio mundo reflejaba en sus respectivas
ediciones los acontecimientos de lo que fue bautizado como "El duende de Zaragoza". La "voz" era capaz de predecir acontecimientos, ver todo lo que ocurría en la cocina e incluso, de mantener conversaciones
con los vecinos, agentes de seguridad y curiosos que pasaban por la cocina. El comisario Pérez de Soto inició una investigación
dirigida por los jueces Luis Fernando y Pablo de Pablos. Otero Mirelis, gobernador civil de Zaragoza,
impuso la censura sobre los hechos y se distribuyó la hipótesis de que la criada, Pascuala Alcocer, era la que provocaba los
fenómenos mediante ventriloquia histérica inconsciente, una patología que, por cierto, no se encuentra tipificada en psiquiatría.
Sin embargo, la voz se había dejado oír, en numerosas ocasiones, cuando la criada no sólo estaba ausente del inmueble, sino
del edificio. Finalmente, las autoridades cerraron el asunto sin dar más explicaciones. Nunca, ni entonces ni ahora, hubo
explicaciones satisfactorias a los hechos. Pasados más de sesenta años aún quedan testigos vivos de los sucesos. Uno de ellos, niño entonces, es Arturo Grijalba,
que aún recuerda vivamente la voz: "Era natural, se limitaba a decir buenos días camaradas. Si era alguien el que le preguntaba,
no contestaba. Si era algo que podía adivinar, entonces sí. Por la noche se despedía sin molestar a nadie, sin tocar a nadie,
sin hacer ruidos... Su vocabulario era conciso, potente y rudo. Era una voz varonil, aunque hay quien decía que si era de
mujer. Creo que correspondería a una persona de 40 o 50 años". Como testigo mudo, sobre las ruinas de la casa del duende se edificó un moderno inmueble cuyo nombre, en letras doradas,
reivindica un pasado como sello paranormal: "Edificio Duende". En busca de una solución G. W. Lambert, en 1960, hizo un estudio de los lugares encantados en Londres descubriendo que muchas de ellas estaban
construidas sobre pequeños arroyos o junto a corrientes subterráneas. Y fue aún más allá: "Cuando llegan las épocas de
lluvia, los fenómenos se hacen más intensos", insistió. A pesar de ello, sus explicaciones no sirven, en absoluto, para
aclarar la totalidad de los fenómenos que se producen en las "casas encantadas". Curiosamente, en un apéndice del Rituale
Romanum publicado en Madrid en 1631, las autoridades eclesiásticas contemplan una especie de ritual de exorcismo para
liberar de presencias invisibles a casas encantadas, pero jamás ha sido utilizado, al menos, con autorización eclesiástica.
En algunos casos, eso sí, algunos sacerdotes han acudido tratando de liberar las casas de sus espectros. En Hampstead (Londres), un reverendo inglés de corte tradicionalista, J. C. Neil-Smith, asegura haber utilizado rituales
de exorcismo en casas con resultados positivos. Para él, no es otra causa mas que el alma de los muertos lo que "encanta"
una casa: "Opino que el alma de quien fallece por causa natural abandona el cuerpo para dirigirse a otro lugar. Ahora bien,
cuando la muerte es violenta el alma queda atrapada en nuestro mundo". Y hay que "invitarla" a partir, asegura el clérigo
londinense. Tal y como señala Scott Rogo, en los casos de poltergeist los exorcismos -aunque sean puro teatro- actúan con efecto placebo.
Pero en el caso de las "casas encantadas", el asunto es más complicado. Otro prestigioso estudioso, Peter Underwood,
no parece estar tan convencido de la aplicación de exorcismos: "No creo que sea necesario ni adecuado para la mayoría de
estos casos. Permítaseme decir que he estado presente en ocho exorcismos y en todos ellos el ritual ayudó a los habitantes
de la casa, pero no tuvo un valor perdurable en lo que al embrujamiento se refiere. No quiero decir que nunca hayan tenido
éxito; soy consciente de algunos convincentes relatos donde los exorcismos libraron por completo a alguna casa de influencias
perturbadoras, pero yo no he participado en ningún caso así". Quizá algún día se encuentre la respuesta a este desconcertante misterio, relacionado, sin duda, con el universo desconocido
que rodea al hombre, a su mente y quizá, a la supervivencia tras la muerte. Dudas tan antiguas como las búsqueda del conocimiento.
No erró Conan Doyle al afirmar que "entre todas las cosas que el hombre llegará un día a conocer, la última será
él mismo". 28 días de terror 13 de noviembre de 1974: En el número 112 de Ocean Avenue, en Amityville (Nueva York),
Ronald DeFeo asesina a sus padres y cuatro hermanos. Según su propias palabras, el mismo demonio le obligó a cometer
el parricidio. l8 de diciembre: "Váyase", pareció decir aquella voz que el padre Mancuso
no supo de donde procedía. El reverendo bendecía la vivienda del crimen para sus nuevos propietarios, George y Kathy
Luzt. De regreso a su domicilio, el clérigo asistió a una serie de inexplicables hechos: su coche se paró, y el parabrisas
comenzó a funcionar alocadamente. 21 de diciembre: Se producen las primeras anomalías. La puerta del cobertizo se abrió,
sin que nadie la tocara y el perro persiguió a una presencia invisible. 22 de diciembre: Los inodoros de los servicios aparecen teñidos por un líquido negro
que supura un hedor insoportable. 25 de diciembre: George, por séptima noche consecutiva se levanta a las 3.l5 de la madrugada
sobresaltado. Curiosamente, la misma hora del parricidio del mes anterior. Todo empieza a tomar un significado... un crucifijo
que se volvió del revés, una nube de moscas en la casa o el constante repiqueteo del teléfono sin que operara llamada alguna. 1 de enero de 1976: La familia Lutz se levanta sobresaltada y helada. Todas las ventanas
del domicilio habían aparecido abiertas. Cuando esto ocurre, ven una hamaca moverse, como si alguien estuviera balanceándose
en ella. 6 de enero: A medianoche George se levanta y observa como su mujer Kathy levita a treinta
centímetros de la cama. Trata de agarrarla y ve como su rostro se ha envejecido decenas de años. Aparece arrugada y con el
pelo blanco. Finalmente, deja de levitar y vuelve a su estado normal. 10 de enero: Los vidrios de diez ventanas estallan, las puertas del segundo y tercer
piso se abren. Los Lutz empiezan a buscar una solución. 11 de enero: Varias personas que habían acudido a la vivienda para estudiar los fenómenos
se quedan atrapadas por una fuerte tormenta. La temperatura del interior de la casa, salvo en una habitación, asciende en
pocos minutos de 20 a 33 grados centígrados. La atmósfera era irrespirable. 7 de la mañana del 14 de enero: La furgoneta de los Lutz deja atrás el jardín de su precioso
casa al estilo holandés de tres pisos. Jamás volverán. Atrás quedaba el miedo y el misterio. Extraido de www.mundomisterioso.com
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